Nicholas Ward e Iván Raña liderando el grupo. |
La celiaquía, esa cada vez más conocida-gracias a Mercadona-, enfermedad
que afecta de forma directa a la absorción intestinal, es una dolencia que
merece estar en guardia permanente. Anoche a mí se me fue la pinza y en una
cena gloriosa colé algo que me sentó mal-ojo que no ha sido culpa de la cocina
sino mía por no respetar la dieta. La noche fue revuelta y casi no madrugo para
tomar un desayuno sin hambre antes del entrenamiento, pero había que salir.
En pleno desayuno, Nicholas Ward me invitó a una salida de Pros –ciclistas profesionales-.
“Te vienes con nosotros y aguantas lo que puedas. Después sigues solo. ¡¡¡Genial!!!
¿Quién dice que no a esto? He dormido fatal, me mata el estómago pero ésta no
me la pierdo. A superar una vez más el umbral del dolor.
Ya en el punto de reunión junto al taller del Active Lanzarote comenzaron a
llegar los animales del asfalto y comencé a sentirme cada vez más pequeño
quedándome a la altura de su betún antes de empezar. Markus, quien no nos acompañó
hoy, me miraba y sonreía agitando la mano: “no te queda nada…..éste es el
campeón sub23 de ciclismo de carretera de Bélgica, sus compañeros profesionales
de Bélgica también….”. En ese momento, plof!, aparecen Nicholas Ward e Iván
Raña con su cabra (“yo me voy a casa….Mamá ayuda….”). Qué demonios, a rodar con
ellos, a quedarme con el momentazo y hasta que aguante. Y después a contárselo
a mis nietos, jaajaj…. Por cierto, con el grupo estaba Alejandro Santamaría,
pero tuvo que regresar al hotel a recoger a otro deportista.
Coge aire Edu y adelante (no voy a aguantar ni el primer repecho….).
Salimos hacia Teguise (ufff!!!), primero subida a Tahiche y después a Teguise y
hacia el Norte. Sorprendido de aguantar el ritmo hasta Tahiche apreté los
dientes pero me quedé a las puertas de Teguise. Unos 13 kms de ritmo para mí
matador de entre 20 y 24 km/h subiendo….Tela.
Tuve el placer de charlar con Nicholas Ward-cuando el aliento me dejaba..-, quien me facilitó un lugar de abrigo en el pelotón para sufrir menos el viento conejero. Me contó cómo no somos conscientes de la meteorología con la que contamos en Canarias: “cuando sales en Dinamarca si llegas a 4 horas es toda una heroicidad. Después a quitarle el barro y el pringue y a meterte en la ducha un buen rato hasta entrar en calor. No eres consciente de lo que tienes aquí hasta que vives esta situación”.
Una vez perdido del grupo, qué coño, ¿por qué no seguir por el Norte y
afrontar el ascenso por el Valle y la bajada hasta Haría? La subida muchísimo
mejor que la del domingo pasado. Mucho más cómodo, mucho más rápida. La bajada
a Haría menos acojonado y cogiendo las curvas con menos miedo que el otro día
por la lluvia y el peligro que eso suponía. No me bajaba el agua pero tuve que
parar a tomar un gel que me cayó como un rayo en el estómago. Esa carga de
azúcares en un intestino tocado….malo malo….. por lo que decidí bajar desde
Haría a Arrieta para regresar con viento de cola desde el Norte. Me dolió y me
costó, y me alegro enormemente de haber salido apretando los dientes. Del
sufrimiento también se aprende y uno que es celíaco sabe bien lo que es eso en
silencio, solo que poner una bici en los pies y encima dar pedales tiene
cojones. Ahora a descansar para seguir a la tarde. Arroz blanco y té con limón,
la dieta milagro para salir de este paso. ¡Adelante!
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