domingo, 17 de abril de 2011

Con mis Nike Vomero en Urgencias del H.U.C.

Qué cara.....
(DURILLO DE LEER, PERO NO PUEDO DEJAR DE TRANSMITIR Y DENUNCIAR POR ESTE MEDIO LA SIGUIENTE EXPERIENCIA)
Nunca pensé que el no entrenar, por lo menos de esta forma, pasara a ser el protagonista de mi blog tras las circunstancias sufridas los pasados días. 
Fue la tarde del pasado jueves cuando al regresar a casa notaba que algo raro pasaba con mi digestión. O eso o una nueva entrega de Alien estaba a punto de escribirse. Al llegar a casa, plof, diarrea al canto, y al rato, cataplof, diarrea y vómitos de forma simultánea. Apenas fuerzas para descolgar el teléfono y pedir ayuda llamando a mis padres, que por suerte están cerca. Trayecto hasta el HUC en el que me daba cabezazos contra la puerta del coche del dolor, y aproximadamente, tras el ingreso en urgencias, 90 minutos revolviéndome de dolor en un banco ante el cual pasaban médicos y más médicos. Un servicio de urgencias--para variar-- hasta la bandera con camillas en los pasillos y una saturación total y absoluta, menos mal, con excelentes profesionales que tratan de abordar dicha saturación con la mayor de las enterezas. Bravo por ellos.

Fue atendido en un box por un médico y dos ats. Uno--un crack-- se encargó de las vías, extracciones y toda la metralla mandada por el primero y la segunda--tan buena como él-- se encargó de colocarme un chato--no podía ni caminar y la pila de camillas impedía trasladarme en silla de ruedas-- para evacuar más restos de mi indigestión y asearme las partes nobles --un trofeo para ella porque yo jamás podría hacerlo-- mientras colocaba una bolsa cerca de mi boca para más vómitos que llamaban a la puerta--. Mientras tanto, las venas de brazo izquierdo quemando de toda la química que acudía en ayuda de mi sistema inmunológico para acabar con el desaguisado. A la cargaaaa!!!!!

Tras este doloroso episodio me llevaron en una silla de ruedas con un solo reposapies hasta rayos, y de allí a una sala de unos 20 metros cuadrados dónde pasaríamos la noche 6 personas--por la mañana pasaron a ser 10-- en unas butacas con reposapiés. Gracias al humor de Sebastián y Manuel--"tranquilo niño que después nos traerán unas garbanzas o vaya traje de luces te han puesto"-- y el poco que pude aportar yo, pasamos la noche lo mejor posible con un frío horrendo pero riéndonos de nuestras pintas. No había mantas ("ufff eso está más difícil..."). Sólo pude hacerme con dos sábanas por lo que llegó el momento que tuve que reforzar el casi inexistente abrigo de mi camisón hospitalario "de culo al aire" con un pijama que saqué de mi "equipaje" (una bolsa plástica con mi nombre en un adhesivo) y mis Nike Vomero, que por lo menos calentaron mis pies. Quién lo iba a decir: diez días atrás corriendo con ellas un Duatlón, y ahora pasando conmigo este trance.

Y así se pasó la noche, entre sollozos y gritos de enfermos de psiquiatría que allí se encontraban y las agradables visitas de las enfermeras y ats, auténticas profesionales, que nos mimaron a más no poder durante este tiempo. 
Pasó la mañana y nos adentramos en la tarde del día siguiente, cuando recibí el alta para continuar la recuperación en casa. Y aquí estamos, mucho mejor pero con mucho por recuperar porque el palo ha sido gordo. ¡¡Hoy tuve hambre por primera vez!!!

En fin, que espero y deseo nadie sufra dolencia alguna como la mía. No por el dolor en sí, no porque no vayan a recuperarse de ésta, sino por el verdadero mal trago que supone el paso por una sala de urgencias del Servicio Canario de Salud de Canarias. ¿Cuándo va a parar ésto? ¿Se atreverá alguien a decirme esta vez que no hay saturación en el servicio de urgencias cuando lo he sufrido en mis propias carnes? ¡¡¡YA BASTA!!!


1 comentario:

  1. vaya Eduardo, menuda aventura!!ejejeje.
    Bueno solo espero que estes mejor y que pronto espieces a entrenar de nuevo!! nos vemos !! saludoss

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